Louis Cartier empezó a desarrollar el Tank a finales de 1916, pero no se comercializó hasta 1919. Tal y como comentan desde la casa, “entre el 15 de noviembre y el 26 de diciembre de ese año se produjeron seis ejemplares; el 17 de enero del siguiente no quedaba ninguno”.

Así fue el éxito de un modelo en el que “convergen cuatro principios rectores del enfoque creativo de Cartier: la pureza de las líneas, la exactitud de las formas, la precisión de las proporciones y la exquisitez de los detalles”, señalan.

Detalles como los números romanos, el índice tipo ferrocarril —una doble hilera con una escala que señala los minutos— y la corona de cuerda con cabujón de zafiro han convertido al Tank en una auténtica leyenda del tiempo... y del diseño.