Las esmeraldas colombianas son únicas en el mundo. No solo por su ya reconocida calidad y su intenso color, lo que las hace las más apreciadas en el mercado internacional, sino por el proceso que llevó a su formación, que es diferente al de otras regiones productoras en el planeta.

Esta es una de las conclusiones de una investigación de un grupo de geólogos colombianos y taiwaneses que desde hace tres años vienen estudiando en campo y en el laboratorio el origen y la exploración de las piedras preciosas de la zona esmeraldífera de Boyacá y Cundinamarca.

La investigación, llamada ‘Análisis de isótopos estables’ y que utiliza isótopos de carbono, oxígeno y azufre sobre minerales y rocas asociadas a las esmeraldas, permitió definir el origen de los fluidos que mineralizaron las esmeraldas colombianas.

La esmeralda es una de las cuatro piedras preciosas principales (las otras tres son el rubí, el zafiro y el diamante) y es muy solicitada en el mercado de las joyerías por su belleza. Los principales centros de comercio de estas gemas son Hong Kong, Singapur, Nueva Deli y Nueva York. Precisamente, en esta última ciudad se subastó en 2 millones de dólares una de las más famosas esmeraldas del mundo: la Tena, una piedra preciosa de 2.000 quilates que fue extraída en una mina de Muzo, en el occidente de Boyacá.

Para el análisis de las esmeraldas, los geólogos viajaron en dos ocasiones (2016 y 2018) desde Taiwán a Colombia y visitaron los cinturones esmeraldíferos oriental y occidental, localizados en los mismos flancos de la cordillera Oriental.

En ambas visitas se tomaron muestras que fueron llevadas a los laboratorios de la NTU para, a través de la utilización de diferentes herramientas de exploración, realizar “los análisis geoquímicos que determinan las zonas podrían ser potencialmente productivas”.

Los resultados de la investigación, que fueron presentados recientemente en un simposio de geólogos que tuvo lugar en Bogotá y en el Congreso de la Unión Europea de Geólogos realizado en Viena (Austria) en 2017, confirman el hallazgo de una investigación anterior sobre el proceso único de formación de las esmeraldas del altiplano y plantea que la técnica de isótopos estables también sirve como herramienta de exploración en la zona esmeraldífera comprendida entre los municipios de Muzo y Maripí, en Boyacá, y Gachalá, Chivor y Macanal, en Cundinamarca.

Además de esto, a través de este método se podría confirmar que en esa región de la sabana cundiboyacense existen áreas con un “potencial atractivo” para la exploración de piedras preciosas, como hasta ahora lo ha permitido inferir la investigación.

El mercado mundial de esmeraldas es pequeño si se compara con otros productos de mayor demanda. Óscar Baquero, presidente de la Federación Nacional de Esmeraldas de Colombia (Fedesmeraldas), estima las exportaciones totales de la piedra preciosa en cerca de 350 millones de dólares al año, de los cuales el país participa con unos 150 millones; Zambia, con 100 millones, y otros 50 millones entre Brasil, Afganistán, Pakistán y otros países.

Y aunque Colombia no es el mayor productor en volumen –es el segundo, con 2 millones de quilates exportados en 2017 (unos 400.000 kilos)–, las gemas del altiplano sí son las más apreciadas. Precisamente, las más famosas son colombianas. Ellas son: Fura, con 11.000 quilates; Tena, con 2.000, y La Emilia, con 890. Y el anillo más valioso perteneció a la familia Rockefeller y se subastó este año en 5,5 millones de dólares.