Este alfiler, de estilo Art Decó con diamantes, está formado por una pieza central en la que sobresale un brillante central entre gemas que dibujan dos pentágonos que se abraza al opulento marco que la rodea mediante dos intersecciones.
La joya, de origen desconocido e importante tamaño, no está ligada a la historia de los Borbones ni a la de la familia de su exmarido, Jaime de Marichalar, aunque ha sido confundida, en ocasiones, con una que perteneció a su exsuegra, Concepción Saenz de Tejada condesa viuda de Ripalda, y que doña Elena lució en la boda de los príncipes herederos de Dinamarca, Federico y Mary en mayo de 2004.
La primera vez que vimos a la primogénita de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía utilizar este imperdible fue en la boda de su hermano Felipe, entonces príncipe de Asturias, y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, el 22 de mayo de 2004. La duquesa de Lugo, que como pocas de las invitadas decidió adornarse con peineta y mantilla, eligió el alfiler que nos ocupa para sujetar su velo de chantilly. Destacaba, pese a lo oscuro del día, el brillo cristalino de la alhaja sobre el encaje de Granada. El alfiler, y nunca mejor dicho, resultó ser el broche de oro para el conjunto de inspiración goyesca diseñado por su modisto de cabecera de entonces, el francés Christian Lacroix, que lució la infanta. El creador de Arlés, famoso por su pasión por el siglo XVIII español, dibujó, en exclusiva para doña Elena, una chaqueta inspirada en las de las majas, chaleco y falda tubo en seda rosa con bordados en blanco.
Este tono de rosa era el mismo que el del lazo con el que el pintor Francisco de Goya retrató al óleo a la reina María Luisa de Parma en 1799. La consorte de Carlos IV era la bisabuela del bisabuelo (Alfonso XII) de Juan Carlos I. La duquesa de Lugo, además de con el broche, se decoró con un collar de perlas gruesas, pendientes a juego y un anillo de brillantes en espiral en el meñique derecho. Destacaba, sobre la muñeca contraria, la pulsera de la infanta Isabel, conocida como La Chata, elaborada con perlas y diamantes dibujando flores y que su sobrino Alfonso XIII regaló a su nuera María de las Mercedes en 1935 cuando ésta se casó con don Juan de Borbón, conde de Barcelona y abuelo del rey Felipe VI y las infantas Elena y Cristina.
La más borbona de los tres hijos de Juan Carlos y Sofía no tardó en volver a sacar este broche de su joyero. Lo hizo el 18 de septiembre para asistir al enlace de su primo Beltrán Gómez-Acebo de Borbón, hijo de la infanta Pilar, y la modelo Laura Ponte en la Real Colegiata de la Santísima Trinidad de la Granja de San Ildefonso donde está enterrado Felipe V, primer Borbón en reinar en España, junto a su segunda esposa, Isabel de Farnesio. Una soberana con la que algunos comparan a la reina Letizia.
En esta ocasión, la infanta tampoco prendió el broche de su chaqueta, como acostumbra a hacer con los muchos de bisutería de los que presume a diario, sino que lo incorporó a su collar. Esta gargantilla está formada por varias hileras de rubíes montados en oro rosa y una argolla de brillantes que en esta ocasión doña Elena sustituyó por el broche. El choker es obra de la madrileña Ansorena, nombrada joyería y diamantista de la Casa Real en 1860, por lo hay quien cree que el alfiler también pudo ser adquirido allí ya que la empresa también se dedica al negocio de las subastas. El adorno, con el prendedor al frente, sobresalía entre los cuellos Notch del abrigo de Chanel que estrenó la madre de Felipe Juan Froilán y Victoria Federica de Marichalar aquella tarde. La pieza formaba parte de la colección Prêt-à-porter (listo para llevar) concebida por el desaparecido Karl Lagerfeld para la primavera de ese año y confeccionada en tweed formando cuadros rosas y blancos con un cinturón salpicado de lentejuelas transparentes.
La infanta Elena, al menos públicamente, no ha vuelto a utilizar su versátil broche de 2004 desde esta ocasión.
Fuente: www.revistavanityfair.es