Bajo la dirección del legendario Michel Navas, la relojería de LV se corona gracias alguna de las piezas más premiadas y respetadas en el mercado

La suma de la influencia de Marc Jacobs, Kim Jones y Virgil Abloh en el estilo masculino de Louis Vuitton durante las últimas dos décadas es inconemsurable. Y, sin embargo, aunque cada uno los tres diseñadores también manejaron el timón del departamento de Alta Relojería de la firma desde sus inicios, su energía creativa no llegó a alcanzar los relojes. Ese honor ha recaído en gran medida en Michel Navas, un hombre con mucha experiencia que ha participado en el diseño del Nautilus de Patek Philippe y en uno de los primeros tourbillons del mundo en Audemars Piguet, así como en el Crazy Hours de Franck Muller. Navas aprendió su oficio del dios de la relojería, Gerald Genta (el cerebro detrás del Royal Oak de AP, el Nautilus de Patek y el Cartier Pasha de Cartier, por nombrar algunos), pero en muchos aspectos los logros de Navas hoy en día son igual de notables: desde los años 80 ha estado obrando magia silenciosamente en el mundo de la relojería.

Louis Vuitton será un gigante de la industria del lujo, pero el departamento de relojería es como una pequeña startup, una empresa dentro de la empresa. De hecho, los relojes son la única categoría de producto que no está directamente vinculada al estudio masculino o femenino: ”Prácticamente acabamos de llegar a la industria relojera, así que podemos hacer algo que otras marcas no pueden hacer", dice Navas. La división de relojería de LV ha cumplido 20 años este año. Como cualquier proyecto que alcanza esta edad, la firma disfruta de cierta libertad para ser audaz en sus propuestas: "A otras marcas tradicionales les encantaría ser más divertidas, pero no pueden porque tienen que respetar su legado tradicional", dice Navas.

Históricamente, la percepción de LV como firma de moda ha afectado a sus relojes en tanto no se consideraban verdaderas piezas de coleccionista, pero “nos ven cada vez más como un autentico ejemplo”, dice Navas. "Hace unos años creamos el repetidor de minutos, estamos en Ginebra, tenemos La Fabrique du Temps —nuestras instalaciones relojeras—, tenemos el sello de Ginebra, tenemos tourbillones, tenemos un reloj misterioso", continúa. El entusiasmo aumenta. El año pasado, LV ganó el premio Grand Prix d'Horlogerie de Genève —los Oscar de los relojes— por su Street Dive, así como el premio Audacity por el Carpe Diem [Tambour]: "Esto significa que todo el mundo respeta a Louis Vuitton", dice Navas con orgullo.

Gran parte del renovado interés por los relojes de Louis Vuitton se centra en la colección Tambour, que destaca por su distintiva forma. En Louis Vuitton hay tantas letras como índices horarios —lo cual resulta muy conveniente— y el color marrón de la esfera, poco habitual en relojería, es inmediatamente reconocible como el color de los icónicos baúles de LV.

Este año, el Tambour celebra su 20 aniversario con una edición limitada del Tambour Twenty, que cuenta con algunos detalles característicos de LV junto con un movimiento LV277 basado en el primer cronógrafo automático de la historia (El Primero de Zenith). El reloj, que ya ha recibido el visto bueno de Bradley Cooper, consolida al Tambour como uno de los diseños de LV de todos los tiempos.

Puede que los relojes LV solo tengan 20 años, pero Navas avisa de que apenas está empezando: "Estamos preparados para ganar otros premios en el futuro", concluye, y dado su historial hasta la fecha, no cabe duda que así será. Este es un buen momento para hacerse con una pieza de Louis Vuitton porque pronto se convertirán en verdaderas piezas de coleccionismo.