Cuenta la leyenda que el 1 de junio de 1904 Paul Cattin y Georges Christian, procedentes del mítico Le Locle, firmaron un contrato en el pueblo suizo de Hölstein para crear una marca de relojes y la bautizaron con el nombre de un riachuelo local, Oris.
Su reto entonces era hacer piezas mecánicas con técnicas industriales que se mantuvieran fieles a los valores de la relojería tradicional. Todo lo que circunda a ese épico origen se condensa en un modelo muy especial, el Oris Hölstein Edition 2020. "Del mismo modo que una persona se define por su procedencia, ocurre igual con una marca. Somos de Hölstein, un lugar remoto alejado del centro de la industria relojera. Esta parte de Suiza está más ligada al rigor que al romance. Estar en Hölstein nos ha definido y nos ha convertido en el disidente que somos", explica Rolf Studer, co-CEO de Oris.
El toque de humor está en el reverso donde aparece grabado el Oris Bear:
Frente a quienes dicen "un reloj más", ellos apuestan por la belleza, por dibujar una sonrisa, algo muy necesario en tiempos inciertos. De ahí que desde el fondo de la caja nos salude un oso, el Oris Bear, con el único propósito de hacer un guiño divertido a los 250 posibles compradores de esta edición limitada. ¿Y por qué un oso? "Todos teníamos un oso de peluche cuando éramos niños y era un espejo para nuestras emociones. La gente compra relojes porque nos animan. Nuestro trabajo es brindar a las personas un momento feliz en su agitado día", aduce Studer.