Fue uno de los nombres más importantes en el mundo de la joyería actual, aunque ha mantenido un perfil relativamente bajo durante los últimos años.

El mundo del diseño y de la solidaridad se sintió vacío ayer, como si le faltara su corazón, al fallecer la diseñadora y filántropa Elsa Peretti a los 80 años en su casa de Sant Martí Vell.

Italiana de nacimiento y catalana de adopción, la muerte le llegó en plena actividad artística y solidaria, con la libertad de la que hizo gala durante toda su vida. Su fuerza interior, su visión de las cosas, no entraba en las categorías tradicionales del arte, demasiado compartimentadas, ni en la desconfianza público-privada al intentar mejorar nuestro mundo.

Elsa Peretti descubrió, mucho antes de la crisis medioambiental, que solamente una relación armónica entre las personas, los objetos y la naturaleza garantizarían el futuro de nuestra especie y nuestro planeta. Su fuerza interior, su visión de las cosas, no entraba en las categorías tradicionales del arte.

De familia originaria de Reggio-Emilia, había nacido en Florencia el 1 de mayo de 1940, en plena Guerra Mundial, hija de Ferdinando Peretti y Maria Luigia Pighini. Tras pasar su juventud en Suiza y Milán, llegó a Barcelona como modelo en 1968, para posar para Salvador Dalí y Oriol Maspons. En aquel contexto formó parte de la Barcelona contracultural, literaria y artística que algunos han dado en mal llamar Gauche Divine.

 En 1969 marchó a Nueva York para continuar su carrera como modelo. Algunas de sus fotos forman ya parte de la cultura icónica contemporánea. Era la ciudad del Studio 54, de Andy Warhol, Liza Minnelli y de Truman Capote, autor de Desayuno en Tiffany’s. Fue en aquel contexto cuando empezó a diseñar joyas para Halston y, desde 1974, para Tiffany’s, convirtiéndose en su principal diseñadora.

Fue creando un corpus de diseños excepcionales, de objetos concebidos como organismos vivos, que se combinaban asimismo con el cuerpo humano. Fueron así naciendo objetos que eran en realidad obras de arte, que hoy figuran en el British Museum, el Museo de Bellas Artes de Boston, el Museum of Fine Arts de Houston o en el Indianapolis Museum of Art.

Poco a poco fue también recibiendo premios, como el prestigioso Coty Award (1971), el President’s Fellow Award of the Rhode Island School of Design (1981) o el Council of Fashion Designer’s of America`s Accessories Designes of the Year (1986).

En 2017 había ya restaurado la mitad del pueblo, iglesia incluida, descubriendo un desconocido asentamiento romano. También reconstruyó la historia local financiando un diplomatario, compró el archivo fotográfico de Oriol Maspons y la conservación de la ciudad romana de Empúries. Colaboró también con museos de todo el mundo, entre ellos el MNAC y el Macba.

En piezas como su collar de escorpiones, actualmente en el Museo Británico, se inspiró en la fauna y la flora de Sant Martí Vell, donde la gran diseñadora era “l’Elsa” para los vecinos. Allí creó un auténtico emporio creativo, destacando las invitaciones al guitarrista Michael Laucke y el pintor-escultor Robert Llimós.

Tanto era así que en 2013 fue la primera no catalana en recibir el Premio Nacional de Cultura del Consell Nacional de la Cultura i les Arts (Conca).

Su recuerdo, sus obras y su corazón permanecerán siempre. Desde hoy palpitando en el corazón de los becarios de etapa escolar o universitaria, de los usuarios de sus proyectos sociales, de los clientes de sus obras, de los animales que han vuelto a la libertad, de los vecinos de Sant Martí Vell… y de todas las personas que en algún momento u otro de su vida tuvieron la fortuna de cruzarse con la mente intuitiva, la sensibilidad de los pequeños detalles, el corazón generoso, el pensamiento profundo y las manos incansables de Elsa Peretti, la más importante italiana en la historia de Catalunya en el siglo XX.