El mundo de los relojes se encuentra en un momento de ligero éxtasis: las cosas se están poniendo realmente divertidas. A pesar de lo disfrutable que resulta discutir sobre muelles espirales, puentes acabados a mano y engranajes —no es tan disfrutable, la verdad—, la afición relojera parece avanzar en la dirección más estimulante del diseño vanguardista. Me refiero a la forma en que los relojes de marcas de moda están empezando a atraer a coleccionistas serios que antes no se fijaban en ellos. Piezas vintage de marcas como Pierre Cardin, Balmain y Dior han llegado para animar todo este mundillo.

James Lamdin, de la relojería neoyorquina Analog:Shift, afirma que hace 10 años no habría comprado piezas como éstas. Los relojes de marcas de moda eran casi como la criptonita de los coleccionistas, salvo para los más abiertos de mente. Sencillamente no había mercado para ellos. Sin embargo, cuando se le presentó la oportunidad de adquirir un conjunto de 20 relojes del famoso diseñador francés Pierre Cardin, Lamdin no lo dudó. Pertenecen a la colección Espace de la firma y están inspirados en el espacio. Aunque se fabricaron en 1971, parecen un soplo de aire fresco en 2023: vienen con curvas sinuosas, cajas llenas de vida y diseños tan fuera de lo común que es difícil creer que fueran ideados en el mismo universo donde se produjo el Rolex Submariner.

A lo largo de los años se ha escrito mucho sobre los relojes de marcas de moda, es decir, los producidos por firmas de moda y no por empresas relojeras. El famoso especial del medio Hodinkee sobre la historia de la relojería moderna dedicó una sección entera a estas piezas, pero analizando los relojes como una moda —comprar relojes de cuarzo baratos de firmas como Swatch para hacer una especie de “fondo de armario de relojes”. Es decir, consumidores cambiando lo que llevaban en la muñeca del mismo modo que cambiaban de camiseta o de zapatillas. También nos hallamos en el medio de otra revolución de los relojes de marcas de moda que está llevando a Hermès y Chanel a lo más alto de las listas de deseos de los coleccionistas: el resurgimiento de los relojes retro.

Lo inusual de relojes como los de Pierre Cardin es que, en plena crisis del cuarzo, cuando muchas firmas aprovechaban las nuevas tecnologías para producir en serie relojes baratos, estas piezas de marcas de moda desafiaron la dinámica con sus movimientos mecánicos. Utilizan una fórmula poco común en este ámbito, explica Lamdin: “Son divertidos, no se toman demasiado en serio a sí mismos y son mecánicos. Así que hay que concederles crédito por el mecanismo y aún más por el diseño”. Cuando hablamos de reputación relativa al mecanismo, a veces las marcas no se tienen que esforzar mucho, y menos cuando los relojes son tan bonitos. Una posible respuesta a por qué los diseñadores de principios de los 70 seguían utilizando movimientos mecánicos a pesar de la llegada del cuarzo es que la industria relojera estaba en pleno auge justo antes de la crisis económica de aquella época, y la capacidad de producir se hallaba en su punto más alto.

La colección de Dior con el relojero Bulova, de 1972, incluye piezas con la forma de esas monedas prensadas y desplazadas del centro. Pierre Balmain fabricó extravagantes relojes rectangulares para un futuro en el que la Luna albergara su propia semana de la moda. La oleada de interés por estos relojes de marcas de moda —Lamdin ya ha vendido varios Cardin— es el resultado natural de la masificación del mercado relojero. Piensa en la afición por el coleccionismo como una piscina con varios niveles: millones de personas se han aficionado al coleccionismo de relojes, lo que obliga a los que estaban en la superficie a sumergirse más profundamente para encontrar algo más exclusivo.

Las tendencias, que normalmente evolucionan de forma más fría en el mundo relojero, están volviendo a cuajar. "El interés por los relojes es exponencialmente mayor que nunca en la historia", afirma Lamdin, "y con ello se aceleran los cambios de gusto y estilo", lo que se refleja en la forma de hablar y llevar los relojes. Hodinkee predijo recientemente que los coleccionistas van a empezar a entender los relojes como complementos, y eso sin duda es lo que ha estado pasando en la vida real.

A Bad Bunny le encantan piezas pequeñas y preciosas de Patek Philippe y Audemars Piguet; a Michael B. Jordan lo hemos visto con un Piaget Polo, mitad reloj, mitad pulsera; todo el mundo anhela el King Midas de Rolex, aprobado por Rihanna. Al igual que estas piezas, los relojes retro de diseñadores de moda son más accesorios que relojes.

Y aunque también se están poniendo de moda los relojes estrafalarios de los 90, no dejan de ser una continuación de este gusto por las piezas de diseño de los 70. Por ejemplo, aquel reloj de Paul Smith de principios de los 90, inspirado en su propia colección de los 70, del que hablaron Josh Sims y Mitch Greenblatt en su libro sobre este mismo tema, Retro Watches.

Se parece muchísimo a uno de los modelos de Pierre Balmain, y ambos están diseñados para lucir exclusivamente en el lateral de la muñeca. Y lo que es más importante: resultan divertidos, diferentes y geniales. Ponte uno de estos relojes de diseño y serás automáticamente el centro de atención. También son relativamente asequibles. "A los coleccionistas les dan mucho juego porque puedes comprar literalmente 20 unidades por el precio de un [Rolex] GMT-Master en el mercado secundario", explica Lamdin. "Puedes hacerte con una colección importante en un momento".