No hay joya más fascinante que una tiara. Una pieza de joyería que puede dar lustre además de (más que) un toque real. Y si hablamos de la tiara de aguamarina de Sofía de Edimnburgo, el debate se amplía aún más: no se trata solo una tiara, sino de una joya que puede convertirse en un espectacular collar.

La duquesa de Edimburgo asistió en el palacio de Buckingham al banquete (el primero desde que Carlos III ascendió al trono) con motivo de la visita de Estado del presidente de la República de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, la primera visita oficial de un mandatario sudafricano desde 2010.

Vestido largo de noche de Suzannah London, clutch de Jimmy Choo y tacones de LK Bennett.

Un look a la altura, por supuesto, de una velada tan importante, Sofía lució su fabulosa tiara de aguamarina, obra de G. Collins and Sons, que forma parte de su colección privada.

En el centro, una piedra de aguamarina de talla ovalada flanqueada por una serie de diamantes que recuerdan los movimientos de las olas del mar. Valorada en más de 580.000 euros, se trata de una pieza única, o mejor dicho, de una joya que vale por dos, porque como decíamos al principio del artículo se puede transformar en collar. De hecho, la duquesa la ha lucido en esta versión al menos dos veces en 2006 (en marzo y diciembre) para iluminar un vestido oscuro.

Parece que el efecto final fue más que acertado. Su primera aparición con la tiara aguamarina (sobre la cabeza) tuvo lugar en 2005 durante las celebraciones de investidura del príncipe Alberto II de Mónaco, que coincidieron con la fiesta nacional del Principado de Mónaco, el 19 de noviembre.

Tiara a todos los efectos o collar: en cualquier caso, el efecto final siempre deja con la boca abierta. Para gustos, los colores.