La princesa de Asturias, Leonor de Borbón, cumple 16 años. Con motivo de su aniversario repasamos las tiaras que la reina emérita podría llegar directamente a su ahijada.

La tiara floral

Una diadema que pertenece a la reina doña Sofía, es una diadema rusa del siglo XIX en oro y plata con diamantes, talla brillante, con motivos florales y vegetales. La flor central está adaptada para broche. Lo más probable es que no fuese concebida como tiara, la reina Sofía no la usó como adorno capilar hasta 1979, sino como alfiler devant corsage para el pecho y divisible en tres unidades independientes (como parece lucirlo la reina María Cristina en el retrato de Francesc Masriera, junto a su hijo Alfonso XIII y que se conserva en el Ayuntamiento de Barcelona) y que así lo recibió la princesa griega aunque primero lo aprovechase como collar en la cena previa a su enlace con don Juan Carlos. Son muchos los expertos que ponen en duda el origen inglés de la floral y sostienen que fue elaborada en los talleres franceses de la joyería Mellerio dits Meller dada su composición.

La tiara prusiana

Esta pieza de diamantes fue la elegida por doña Sofía para contraer matrimonio con don Juan Carlos en Atenas, a pesar de que la reina Federica de Hannover, madre de la novia, poseía piezas más importantes como, por ejemplo, con la que se coronó cuando se casó con el rey Pablo en 1938 y que también se conoce como la prusiana.
Este adorno de estilo neoclásico y línea griega fue el regalo de bodas del káiser Guillermo II y la emperatriz Victoria Augusta a su única hija, la princesa Victoria Luisa de Prusia (abuela materna de doña Sofía). Esta se la entregó a su hija Federica con motivo de su enlace con el rey Pablo I de Grecia. La reina helena se la regaló, a su vez, a su primogénita Sofía cuando se prometió con Juanito el de los Barcelona, como se le conocía entre los royals europeos a don Juan Carlos I porque era simpático y sus padres condes de la ciudad catalana. Quizá por este motivo, porque era un legado materno, la reina emérita eligió la prusiana para tocarse el día de su enlace.

La tiara Mellerio

Esta diadema es una de las joyas más antiguas que posee la reina doña Sofía. Realizada en 1867, un año antes de la boda de la infanta Isabel, representa la espuma de una ola. En esa época la casa parisina apostó por la elaboración de piezas de inspiración natural. Conocida como tiara de las conchas o tiara Mellerio ocupó un lugar privilegiado en el escaparate de la famosa joyería durante la Exposición Universal de París. Está elaborada en pavé de diamantes salpicados por varias perlas aperilladas y diamantes briolette que tintinean con el movimiento. Del centro cuelga un importante diamante que puede ser eliminado. La base es de platino, lo que la convierte en una de las primeras tiaras elaboradas con este material. El enlace de la infanta y el príncipe fue el último gran acontecimiento celebrado durante el reinado de Isabel II. Mientras estaban de luna de miel se produjo la Revolución de la Gloriosa que acabó con la familia real en el exilio.

La tiara-collar de Niarchos

También con motivo de la celebración de su matrimonio, Sofía Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg recibió un fantástico collar de parte del armador griego Stavros Niarchos. La pieza es obra de la joyería Van Cleef & Arpels y cuenta con 36 rubíes cabujón de Birmania y diamantes. La extensa pieza puede acortarse y alargarse al gusto de su majestad, incluso convertirse en una tiara de una fila o de un par. Doña Sofía, por ejemplo, la lució como gargantilla durante la misa votiva del Espíritu Santo tras la proclamación como rey de don Juan Carlos de Borbón en 1975 y como tiara en la cena ofrecida a Nicolas Sarkozy en 2009 con motivo de su visita oficial, acompañado de su esposa Carla Bruni, a España. La emérita nunca se la ha prestado ni a sus hijas, las infantas Elena y Cristina, ni a su nuera, la reina Letizia. Tal vez haya llegado el momento de compartirla con su nieta, Leonor de Borbón Ortiz, futura reina de España.