La reina Máxima ha ocupado su agenda de este jueves para visitar la Holanda vaciada. Si hace poco la veíamos recibiendo a la jequesa de Catar hoy se ha desplazado a un pequeño pueblo de 1.600 habitantes que, al igual que ocurre en España, ve cómo su población va envejeciendo mientras los jóvenes se marchan a las ciudades cercanas en busca de oportunidades.

La mañana arrancaba en una tienda local de productos de la tierra, donde la reina se ha tomado un café con sus dueños y otros miembros del pueblo. En una mesa de madera en el centro, rodeada de frutas y hortalizas, Máxima de Holanda escuchaba atenta las quejas y propuestas de sus anfitriones. Un escenario en el que el estilismo de la reina destacaba por encima de todo.

Máxima ha elegido un nuevo conjunto de corte ejecutivo, compuesto por un pantalón palazzo y una camiseta de punto, todo en rosa empolvado. La sobriedad del conjunto se veía interrumpida por un maxi collar de piedras de gran tamaño y flores cuajadas de cristales en colores perfectamente coordinados con su ropa. Los pendientes eran también dos grandes flores que se podían apreciar gracias al moño en el que llevaba recogido su pelo.

Es de sobra conocido el gusto de la reina de Países Bajos por los complementos originales, llamativos y de gran tamaño. Broches con forma de insecto o sombreros de todos los estilos que luce en cualquier ocasión son parte de su seña de identidad. Posee collares que, como este, son capaces de tomar las riendas de su estilo transformando sus conjuntos más sobrios. Tras ese primer café, Máxima de Holanda ha visitado un centro de ancianos, un centro comunitario, un parque infantil, y un centro de encuentro de los habitantes del pueblo.

Máxima de Holanda ha hecho alarde de su habitual simpatía, atendiendo a todo aquel que se le acercaba, escuchando atentamente cada una de las historias y fotografiando con los que se lo pedían. Una visita que no olvidarán en este pequeño pueblo holandés.