Noah Lyles es el hombre más rápido del mundo. Se llevó el oro en la prueba de 100 metros reina de los Juegos Olímpicos de París 2024, dejando al mundo entero con la respiración contenida ante la foto final y la respuesta del marcador en un desenlace histórico para el atletismo, con unas cifras muy igualadas (0,12 segundos de diferencia entre el primero y el octavo) según las que todos los participantes acabaron con tiempos por debajo de los 10 segundos en meta.

Sin embargo, fue el estadounidense el que brilló, burlando al jamaicano Kishane Thompson por apenas cinco milésimas de segundo. En otra época habría sido un empate. O quién sabe. Véanse los nadadores Lance Larson y John Devitt en 1960, o los esquiadores Klammer y Thoeni en 1975.

“Omega fue pionera en la tecnología de cronometraje, pero los avances no siempre fueron inmediatos”, nos cuenta Alain Zobrist, CEO de Swiss Timing para Omega, marca patrocinadora de los Juegos Olímpicos desde 1932: “La sustitución de los cronómetros por sistemas electrónicos de cronometraje, por ejemplo, llevó 20 años. De hecho, Omega llevaba mucho tiempo utilizando esa tecnología como reserva, pero la Federación Internacional no decidió adoptarla hasta después de Roma 1960: los tres jueces que medían los tiempos registraron el mismo resultado para Lance Larson y John Devitt y el juez principal decidió conceder a Devitt la medalla de oro y a Larson el récord olímpico. Tras esta controvertida decisión, la Federación Internacional de Natación se puso en contacto con Omega para pedirle que desarrollara un sistema que eliminara este problema para siempre. Tardaron casi siete años: en 1967, para los campeonatos del mundo anteriores a México 68, se introdujeron por primera vez las famosas almohadillas táctiles. Hicieron de la natación el primer deporte en el que los atletas paraban el tiempo de forma independiente”.

Y también fue esta la marca que vimos en la muñeca de Noah Lyles, que compitió en la final de los 100 metros con un mítico Omega Speedmaster. En este modelo de 44,25 mm, la firma celebra la historia del Speedmaster a bordo de la misión a la Luna del Apolo 8 a través del bruñido del movimiento realizado por ablación láser en la platina principal y en los puentes que evocan la superficie lunar. La esfera esqueletada de aluminio anodizado negro deja entrever el lado visible del satélite, mientras que el lado oscuro puede admirarse a través del fondo de la caja.