Hay un fenómeno notablemente curioso respecto a los relojes Casio que, irónicamente, es más propio de las enseñas de lujo (si bien los precios de las segundas no guardan parecido alguno con los precios de los primeros): quienes los prueban, se quedan. Bien con el mismo modelo hasta el fin de los días o bien apostando por referencias con las que alternar diaria o semanalmente, el nombre de la marca tokiota no llega a desaparecer nunca de las muñecas de sus portadores una vez estos entran en su universo.

Incluso han conquistado a celebridades de primer nivel como Jared Leto, Justin Bieber, Ryan Gosling e incluso el Papa Francisco, quienes se pueden permitir los modelos más impresionantes del universo.

Sin embargo, esta fidelidad probada -solo hace falta preguntarles a aquellos familiares, amigos o compañeros de trabajo que ya forman parte de la comunidad Casio- no es precisamente transferible a otras manufacturas de relojes que comparten sus mismas características. Tampoco son los relojes Casio el epítome del glamour en términos estéticos -de hecho, los modelos de G-Shock, marca de Casio, presumen de un diseño brutalista que genera sinsabor a los más clásicos-.

Por tanto, el clamor por los ejemplares de la firma fundada por los hermanos Kashio, con formación en ingeniería industrial y en telecomunicaciones, se puede definir con dos palabras que aquí son altamente rentables: tecnología y funcionalidad. De hecho, el primer gran hito de la compañía nipona no tuvo absolutamente nada que ver con el mundo de los relojes, sino con el de las matemáticas, cuyos cimientos se vieron sacudidos por estas dos características previamente mencionadas: Casio inventó la primera calculadora compacta totalmente eléctrica del mundo.

Bajo el nombre de 14-A, este gadget saldría a la venta en junio de 1957 para convertirse en la semilla del éxito de la marca. De hecho, durante más de una década, Casio se especializará en material de oficina, lanzando así desde calculadoras aún más revolucionarias, como la calculadora científica programable AL-1, al TUC Compuwriter, el precedente de los ordenadores para oficinas, y Cabicon O-1, “un ordenador de relés combinado con una máquina de escribir eléctrica con tecnología de cinta perforada”, tal y como describe la marca.

No obstante, ¿cuál será el precedente de Casio en la industria relojera? Tras producir estos gadgets tecnológicos, algunos en dimensiones nunca antes posibles ni imaginables, la compañía japonesa decide valerse una vez más de la tecnología que tantas alegrías le había brindado hasta entonces y lanza Casiotron, el primer reloj digital de pulsera de la historia. Además de la hora exacta con horas, minutos y segundos, el equipo técnico de Casio logró incorporar un calendario automático que incluso distinguía los años bisiestos. ¿No te recuerda esta prestación al calendario perpetuo, tan admirado en la alta relojería que tanto desprestigió en su momento a estos relojes digitales por considerarlos de mala calidad?

Será en este momento en el que Casio comience a aplicar todas las lecciones aprendidas con los dispositivos anteriores para convertirse así en lo que es ahora: una de las marcas de relojes más importantes del mundo. Tras el éxito del Casiotron, comenzará la producción de modelos con nuevas prestaciones, como la alarma y la luz, hasta llegar al F-100, el primer reloj con caja de plástico; el G-Shock, el primer modelo antigolpes, el C-80, con calculadora integrada; el ultrafino PELA FS-10 y el F-91W, el modelo más reconocible a día de hoy que probablemente hayas usado tú mismo en algún momento de tu vida. Todos estos lanzamientos mientras que, de manera simultánea, Casio seguía desarrollando su actividad en otros departamentos como las televisiones y los instrumentos musicales.