A la vista, sus piezas resultan contundentes, rígidas y hasta un poco pesadas. Al tacto, suaves, delicadas y sorprendentemente ligeras. El truco reside en que están confeccionadas a partir del mismo material con el que su abuelo dio forma a sus famosos zapatos: la piel.

Como muchas otras niñas, Maria Sole Ferragamo, la más joven de las nietas del famoso zapatero italiano Salvatore Ferragamo, pasó muchas tardes de su infancia dando forma a caballitos de mar, ángeles o abejas a partir de cuentas de colores y un poco de hilo de cobre. En su caso, sin embargo, el pasatiempo tuvo cierta vocación de negocio desde el principio: «Era algo que me tomaba muy en serio. De hecho, solía preparar toda mi producción de joyas durante el curso escolar y luego la vendía en la playa en verano», cuenta a S Moda. Ahora, a sus 31 años, aquel recuerdo forma parte de su rutina profesional. Desde 2017 está al frente de So-le Studio, una firma de joyas en la que aúna su formación como arquitecta con aquella primigenia ilusión de crear piezas con las manos.

Lo que hace especial su proyecto son los materiales que utiliza para crear sus llamativos pendientes o sus collares XL. A la vista resultan contundentes, rígidos y hasta un poco pesados. Al tacto, suaves, delicados y sorprendentemente ligeros. El truco reside en que están confeccionados a partir del mismo material con el que su abuelo dio forma a sus famosos zapatos y complementos: la piel. «La idea se me ocurrió mientras pasaba los veranos haciendo prácticas en la fábrica familiar. Me di cuenta de la cantidad de cuero que se desperdiciaba y no pude evitar unir las ganas de darle una nueva vida con mi pasión por las joyas», explica la diseñadora. «Al mismo tiempo, me enamoró la idea de tener una joya hecha con un material vivo, que envejece contigo y potencia esa relación íntima que a menudo ya se tiene con una joya querida».

Aunque en los últimos tiempos también ha lanzado una línea en la que utiliza latón bañado en oro, So-le Studio se ha convertido en sinónimo de joyas de cuero que, al contrario de lo que ocurre con otras presentes en el mercado, no lo parecen. Una particularidad que ha atraído la atención de templos del lujo como Browns o Farfetch, donde se venden sus diseños, y que encaja muy bien con la practicidad que se exige hoy en día a los accesorios contundentes.

El ahora cacareado upcycling o reutilización creativa de materiales de desecho es la base de Sole-Studio desde el principio. «El objetivo de sostenibilidad de una marca puede estar relacionado con los materiales que utiliza, el impacto de su producción o la cantidad de unidades que fabrica. Comprometerse con todo esto sería lo ideal, pero incluso si empiezas con un pequeño objetivo y mejoras día a día, ya es un paso», opina la italiana. En sus creaciones suele utilizar retales de cuero que tengan un acabado metalizado o trata la piel con distintas técnicas (incrustando incluso vidrio o microcristales) para lograr que, a simple vista, parezcan piezas metálicas.

Formada como arquitecta en el Politécnico de Milán, pronto decidió cambiar de rumbo y especializarse en joyería en la reputada Central Saint Martins. «Estudié arquitectura para darle una base sólida a mi proceso creativo, equilibrándolo entre la disciplina técnica y una visión más libre», afirma. «Cuando terminé la carrera, la escala de la construcción de edificios me pareció demasiado exagerada: necesitaba crear algo que pudiera sostener en mis manos. El proceso de diseño no cambió mucho, pero la escala sí. De hecho, veo mis joyas como creaciones arquitectónicas portátiles, pequeñas construcciones que viven en el cuerpo humano».

A pesar de que no llegó a conocer a su abuelo Salvatore, que falleció con solo 62 años y tres décadas antes de que ella naciera, la diseñadora considera que su figura le ha influido en su forma de ver el mundo y la vida. «De alguna forma es como si lo hubiera conocido porque mi abuela, mi padres y mis tíos siempre me han hablado mucho de él.

He aprendido de mi abuelo a experimentar con los materiales, a intentar superar siempre los límites de la creatividad, a no comprometer jamás la calidad y a rechazar el ‘esto no se puede hacer’ como respuesta», confiesa. Tanto es así que sus piezas son creadas por las mismas familias de artesanos de la Toscana con los que trabajaba Salvatore Ferragamo cuando abrió su marca en 1927.

Con el objetivo a corto plazo de abrir su propia tienda física, Maria Sole Ferragamo renueva su catálogo de pendientes, collares y pulseras (que van de los 150 euros de un ear cuff a los 720 de una gargantilla de edición especial) con nuevas ideas. La última, una colección de latón esmaltada con un pigmento fluorescente que brilla en la oscuridad. Una ocurrencia que refuerza un personalísimo universo en el que nada es lo que parece.