El Tank, junto con el Santos, es uno de los relojes más longevos de Cartier. Data de 1917, y se presentó en sociedad dos años después, y apenas ha cambiado de aspecto desde entonces.

Para crearlo, Louis Cartier, nieto del fundador de la firma francesa, se inspiró en la visión desde arriba de un modelo de tanque blindado que participó en la Primera Guerra Mundial y en las cadenas articuladas (las ruedas, digamos) del vehículo. Lo presentó en sociedad dos años después, y apenas ha cambiado de aspecto desde entonces.

Su ADN es fácilmente identificable: forma rectangular, números romanos, minutería de ferrocarril (esa línea que marca la escala de los minutos como si fueran raíles), corona rematada con un cabujón de zafiro y angarillas (las dos barras paralelas de la caja que integran los enganches de la correa).

De él partió el Tank Louis Cartier, lanzado en 1922 como un tributo a su creador, de bordes más suaves, el Tank Cintrée de 1921, el Tank digital Guichet, el Tank Basculante de caja giratoria… El más asequible actualmente es el Tank Must de cuarzo en acero (2.880 euros).